Extracto de EL PISOTÓN DEL UNIVERSO. MANUAL TÉCNICO DE SUPERVIVENCIA EN LA ILUSIÓN.

12 diciembre 2019

 

JORGE PELLICER:

La muerte o la supervivencia forman parte de ese sistema de pensamiento para enraizarte en el plano físico. Tú necesitas una programación para enraizarte. Si tú quieres jugar al parchís, necesitas una ficha en la cual enraizarte. Si tú quieres jugar a cualquier juego o vivir cualquier experiencia, necesitas algo en lo que enraizarte.

Enraizarse no es bueno ni malo, es simplemente el programa para vivir una experiencia. Si tu deseo es vivir una experiencia, has de enraizarte para poder vivirla y mirar desde ahí. El tema es que no eres aquello en lo que te enraizas. Y el sueño feliz es vivir quién soy, aún enraizado, que significa viviéndome dentro del marco físico.

Entonces, la supervivencia forma parte de esa programación útil para el mantenimiento del plano. Es decir, no te tires desde la ventana…

Hay un instinto de sobrevivir, lo que pasa es que esta supervivencia se convierte en dolor, cuando creo ser un cuerpo, cuando me he asociado tanto a la idea de cuerpo que se me ha olvidado el Yo Soy que soy, más allá de todo plano.

Entonces tenemos la línea horizontal y la línea vertical. En la línea vertical Yo Soy, y en la línea horizontal me vivo en todas las ideas. Este plano de existencia está en la horizontal, en la vertical estás siempre en la presencia Yo Soy. Y siempre está el punto de la Cruz, esa intersección dónde se une el Cielo y La Tierra.

Todo lo que conlleva la supervivencia, a nivel de diálogo interno, es cansancio.

La supervivencia desde sistema, desde esa línea horizontal hay que trasmutarla, hay que reconocerla, hay que amarla también, hay que saber cuál es el propósito.

No hay ningún problema. Te lleva a la vivencia del plano, te lleva a cuidar tus macetas, a ponerle el bocata a tus niños, ¿entiendes? Pero hay que ir más allá de ella. Reconocer que es un medio, que está a tu disposición, que no estás preso, que no estás atrapado en ella. Que el instinto es la vida extendiéndose. Lo que pasa es que creo que la vida es la cosa a la que me agarro, y me apego a la cosa, sin darme cuenta que las cosas van y vienen en mi permanencia.

Es cuando me asocio a la cosa, cuando surge el miedo a perder la cosa. Eso es la creencia en la muerte, y eso es siempre cuando he olvidado el Yo Soy que soy. Me he asociado a una idea, la he hecho fuente y creo que es la fuente de mi vida.

Por ejemplo, creo que el cuerpo es la fuente de mi Ser, y si lo pierdo muero; es la creencia de que mi pareja es la fuente del Amor y si la pierdo muero; es la creencia de las cosas como fuente.

Esa es la confusión. Que todas las cosas están al servicio del Yo Soy que eres.

La muerte es constante y continua que significa el fin de ideas, porque el mundo de la creación del pensamiento es finito y transitorio. Las cosas mueren y aparecen, que significa, que aparecen y desaparecen. Tú la ropa que llevas puesta… el Yo del día de hoy muere y empieza el Yo del día de mañana. La ropa que llevas puesta muere, cuando la pliegas o la metes en la lavadora o en el cesto de la ropa. Ha muerto el Yo que llevaba la ropa hoy. ¿Y qué surge? Renace un cuerpo o un Yo vestido de otra manera.

La oruga muere, ¡¡la idea eh, la idea!! pero la entidad se vive en la mariposa. Lo que no muere es la vertical, que es la entidad que se vive en ambas.

Tú puedes vivir muchas experiencias de vida, muchas vidas, pero tú jamás puedes morir, porque eres quién se vive en cada una de ellas.

Tú puedes representar el rol madre y el rol hijo o hija, el rol vecino, pero tú no mueres, en la línea vertical jamás hay muerte, es en la línea horizontal, en este ir y venir de ideas. Por lo tanto, tu permaneces ante la impermanencia de las ideas del mundo de ideas.

Entonces la creencia en la muerte es la idea de que al ser cuerpo, creo que yo, al ser el cuerpo la fuente de mi vida, creo que moriré. He confundido la línea horizontal con la vertical.

Fíjate un ejemplo. Imagínate que estás jugando a un juego de mesa y te asocias tanto al juego de mesa, que empiezas a sufrir, o a temer, a creer que puedes perder fichas… Toda esta asociación de ideas de supervivencia, conectas con la supervivencia, de ganar, y de miedo a perder. ¡Estás ahí! ¿Hasta cuándo? Hasta que haces ese gesto para atrás que en realidad es, me reubico en la vertical, que significa:

«¡Oye qué esto es un juego de mesa!»

«¡Oye qué Yo Soy más allá del juego!»

¡Oye qué Yo Soy permanente!»

El Yo Soy que soy, es permanencia y esto es impermanencia. Es el Yo que Soy el que se vive en la impermanencia. Quién extiende el jardín del Yo Soy yo en la línea horizontal.

Esto, es que te reubicas. Reconoces tu permanencia, reconoces tu impecabilidad, reconoces el Yo Soy eterno que eres, el Yo inocente que eres… y es ahí cuándo empiezas a soltar, por comparación o por discernimiento, de un sistema de pensamiento que te dice: «¡Esto no!», o tienes pajaritos en la cabeza… Has salido de esa programación que en otro momento la hubiese escuchado desde el miedo, y ahora estoy viendo el diálogo frente a mí sin estar dentro de él. ¿Por qué? Porque me he unido a la vertical, lo que significa, he salido del sistema de pensamiento asociado al cuerpo y a la supervivencia. Estoy viéndome desde otro mirador, estoy reconociéndome desde otro Santo lugar. Estoy reconociendo este pensamiento como opcional.

Oye, ¿y por qué no? Estoy reconociendo la opcionalidad de un pensamiento. Estoy reconociendo mi libertad de dicho pensamiento. O sea, es que no hace falta culparme de esa manera, no hace falta pensar así… Cómo que no va a ir bien.

No va a ir bien es un pensamiento, en el que sí me asocio, lo vivo y tengo mucho miedo, o «no va a ir bien», puedes dar ese paso a la vertical y decir:

«No va a ir bien es un pensamiento, ¿quién me obliga a pensar que no va a ir bien? Conozco la Ley, si miro este pensamiento y me adentro en él  experimentaré sus efectos». Porque no hay pensamientos neutros. Pero tengo la opción de al reconocer, por puro discernimiento, la experiencia sentida, el despliegue de la línea de potencial de este pensamiento. Puedo elegir no entrar en él, que en realidad es el perdón que tú comentas. Es, este pensamiento de culpa es opcional, no tengo porqué sostenerlo, no soy culpable.

¿Ves cómo te sales de una idea y la ves? Antes estaba dentro de una idea, y creo ser la idea. Ahora veo que la idea es una idea, y que yo soy Yo, y que no soy una idea, o no soy esa idea… ¿Y entonces qué pasa? Me da la libertad de poder elegirla o no, me da la posibilidad. Y es cuando el Curso de Milagros nos dice: «Hay otra manera de ver».

Te da dos posibilidades: puedes verte y creerte culpable, pero hay otra mirada, está la mirada de la inocencia que también está disponible para ti. Pero observa y aduéñate de cómo sostiene una idea. La sostienes, la reafirmas, la eliges, y la experimentas.

Es a través de este adueñamiento que te permites soltar esta idea, que es lo que se llama la entrega al espíritu. La entrego significa, ya es vivirla de otra manera. Es reconozco esta idea como ilusoria, la entrego a aquella sabiduría que sabe y puede, ¿vale? para vivirme, para soltar la idea, para colmar mi consciencia de Amor, de inocencia, de la otra mirada, disponible para mí.

Por Jorge Pellicer para Holistic Matriz del Cambio