Mi madre me quiso llamar Arantxa y oficialmente me pusieron María de Arántzazu, sin embargo lo que más me gusta es que me llamen Cuca o Ari y también Arantxa. Así me siento muy acariciada, abrazada, amada y cuidada.
Apenas tengo recuerdos de cuando era niña y necesito hacer un esfuerzo para recordar el pasado. Cuando asoma algún recuerdo suele estar teñido de una fuerte sensacíón de incompresión, dolor y soledad; me atrevería a decir incluso enfermedad, sufrimiento y muerte.
Cuando empiezas a reconocer la verdad ya nada puede frenarla en tí. Ya no eres tú por separado quien hace ni mantiene nada. De hecho nunca fué así. Simplemente fueron ilusiones. La confianza empieza a invadirte de tal forma que el miedo empieza a desvanecerse. Y la luz Es en todo y en todos todo el Tiempo.
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Qué impresionante Despertar cuando empiezas a reconocer que solo hubo amor en lo que parecían ser expresiones peligrosas dentro de un mundo hostil. Qué sólo el Amor es real y que nunca hubo otra cosa. Qué belleza darte cuenta de que esa es la única Verdad y que lo demás sólo fueron manifestaciones en el mundo, «fabricaciones» en la mente que un@ misma decidió experimentar; Que siempre fuiste tú quien dio permiso al dolor, al sufrimiento y a la incomprensión para ser experimentados y que además fue perfectamente idónea toda esa ”experiencia teñida de sufrimiento” para lo que tu caminar requería en este plano. Que no hay nada absolutamente nada que no esté completamente orquestado por el Amor, por Dios, por la Fuente de Vida y que, además, está operando todo el tiempo para Despertar y vivir plena Felicidad.
Ahora, cuando miro atrás puedo ver una niña que simplemente se sentía separada de todos y de todo, que se sentía insignificante, no amada, con mucho miedo a desaparecer, a no ser nadie en un mundo peligroso. No sentía el abrazo, ni el calor; tenía que lograr ser, conseguir recuperar la sensación de unión de la que venía. Pero esto es ahora que lo puedo ver. Todos estos años de sombría ignorancia pasé por experiencias de muchísima desconexión con nuestra Identidad Poderosa.
A los 13 años inicié lo que fue un periodo de 10 años Bulimia y Anorexia Nerviosa. Se intercalaban la una y la otra, tenía nerviosismo crónico hasta tal punto que fui diagnosticada como TLP (Trastorno Límite de Personalidad), sufrí un brote psicótico y la expresión más autodestructiva fue la aparición de un Cáncer de Tiroides a los 31 años.
Ahí sí empecé a caminar en la dirección opuesta.
Esa experiencia tan drástica, tras la cual identifico claramente a Dios, fue el punto de inflexión que creo reconocer como más importante para empezar el camino de Vuelta a Casa.
Aquella experiencia me sacó de la mente, sí o sí. La rendición fue tal que en un sentido bastante literal morí y volví a nacer.
Pude ver claramente que yo no era todo ese constructo de identidad fabricada. Me quedé desnuda de identidad, completamente vacía en la ante la inevitable rendición que la Vida me presentaba. Pude experimentar la ausencia total de miedo y el caer en la paz al soltar totalmente el control.
Sin control solo hay Paz y Poder. Eso para mí es Dios, eso eres tú, eso soy yo: todo Unido.
Decidí abrirme a todo lo que fuera necesario aprender, sentir y experimentar con gran firmeza. Supe que nada de este mundo podría jamás ser comparable a aquello que había vivido. a aquel lugar donde había estado. No podía haber nada más grande en este mundo que aquello. Eso era lo único hacia lo que deseaba dirigirme en esta vida y sentía que a través de nada de este mundo podría volver de nuevo a aquel lugar.
Después de experimentarme en aquel espacio ya nada fue lo mismo. El mundo de la percepción cada vez tenía menos sentido. Empecé a trabajar activamente en la forma y a servir al amor sin ni siquiera ser consciente. Empecé a servir, de un modo u otro, para volver a ese Estado e inicié un camino donde el ingrediente principal fue el cambio, soltar y desapegarme una y mil veces de lo que creía ser y de todo aquello que parecía alimentar una identidad propia y particular en el mundo. Observar los pensamientos y ver como el programa y la identidad de separación asomaba cada vez que me despistaba proponiéndome vivir en estado de confusión, carencia e insatisfacción. permanente.
Así que empecé a experimentar con mucha más intensidad todas las herramientas y paradigmas que el guión me proponía y con las que iba resonando. Así, fui caminando más y más adentro, descubriéndome y soltando todo aquello que no era yo en la misma medida que iba siendo descubierto: una falsa identidad fabricada desde el miedo, la ignorancia y, sobre todo, desde la más profunda inocencia.
Así se inició la práctica profunda después de tanta teoría.
De muy joven, al sentirme “tan desplazada” y tan rarita, ya me encantaba leer a Jiddu Krishnamurti, Eckart Tolle, Luise L. Hay, etc… Pero fue cuando empecé a experimentar en lo humano, a dejarme habitar por lo divino en lo humano, a hacerme a un lado realmente, a rendirme a la Vida cuando empecé a Vivir.